Monday, November 15, 2010

El Funeral de Federico Alvarez Santibanez








(Profesor asesinado por la CNI el 21 Agosto 1979)

La dictadura arreciaba. Nos enteramos temprano en la manana la noticia de la muerte en tortura del profesor y dirigente del MIR, Federico Alvarez Santibáñez. En ese tiempo, yo estaba asistiendo al Campus Oriente de la U Católica. La noticia se propago rápidamente de boca en boca. Radio Chilena y radio Cooperativa lo habían informado. Se organizaron los funerales para que se realizaran en la Iglesia Sta Rosa de las Condes, una pequeña iglesia en ese barrio. Allí llegue con algunos compañeros de facultad y .me debía encontrar con otros conocidos.

La iglesia estaba llena de tope a tope y era difícil caminar. Durante la misa alguien corre la voz que algún personaje importante del Comité central del MIR estaba entre nosotros. Nadie dijo de quien se trataba, pero todos nos pusimos en alerta. Yo andaba abrigado con una chaqueta verde oliva, y en esa época usaban el pelo largo y barba. Creo que llevaba una boina vasca. Al fin de la misa piden brazos para llevar el ataúd. Tomo uno de los fierros laterales y junto a otros salimos de la iglesia para depositar el cajón funerario en la carroza que nos esperaba. Al salir de la puerta de la iglesia nos golpean los flases de cámaras fotográficas. Al día siguiente aparecería la foto de la puerta de la iglesia y mi persona en plena portada de La tercera.

Rápidamente colocamos el cajón en la carroza y la gente avisa a viva voz que hay que marchar hacia el cementerio general, pero la carroza funeraria no nos espera y se va rápidamente de ahí. Muchos quedamos pidiendo alguna explicación. Marchamos por algunos cientos de metros, alguien observa a un tipo con aspecto de viejo obrero que toma fotografías desde una bicicleta. Le increpan. Le gritan: sapo. Hay forcejeos, nos acercamos, lo toman entre varios, otros empujamos hacia el lado, el hombre grita- soy periodista de la resistencia, alguien le contesta que miente. El hombre se cae.
Otros llegan hasta ahí y dice que lo han visto antes y lo dejamos ir.

Se avisa que hay tomar buses para ir al cementerio general. Viajamos en grupos, hay bastante gente que va al cementerio.
Al llegar a la puerta de Recoleta esperamos a los demás y formamos una columna que se forma detrás del ataúd. Comenzamos a marchar en silencio. De repente comienzo a gritar: Pueblo, Conciencia y Fusil Y los demás corean: Mir, Mir, Mir. Se multiplican los gritos de apoyo a la lucha de la resistencia popular contra la dictadura.

Seguimos así avanzando hacia el interior del cementerio, repente una mujer anciana se acerca y me dice en voz baja; ‘Cuídese de ese tipo compañero- que lo esta observando desde hace rato” y señala a un hombre que marchaba delante mio.
Delante mío iba este tipo macizo, que llevaba una chaqueta cortavientos y de la cual se podía ver r el cañón de una pistola. Llevaba el brazo empuñado en alto y cada cierto rato miraba hacia donde iba yo dirigiendo las consignas.
La fila de gente a mi alrededor atrasa la marcha y nos separamos de la fila del tipo, el se da cuenta y sale de la marcha y hace como que se aprieta los cordones de los zapatos. Mientras volvemos a marchar la gente le comienza a gritar; Sapo y la c…. ándate de aquí asesino, etc. Alguien me pasa un chaleco y tengo que despedirme de mi chaqueta, me dicen; “ lo pueden arrestar compañero, váyase luego que podrían llegar los pacos” ya que momentos mas tarde alguien diría un discurso a nombre del MIR.

Estoy con unos amigos de la U , entre ellos hay una joven que se asusta y me dice; Vámonos de aquí., por favor” decidimos a salir y regresamos hacia la puerta de Recoleta. Al llegar a a esa salida, vemos 3 vehículos detenidos, y al lado de ellos a un grupo de hombres obviamente por sus aspectos, miembros de los aparatos de seguridad de la dictadura. También estaba el mismo tipo de la pistola quien de repente se da cuenta que soy yo el que esta saliendo y les avisa a los demás.

Algunos corren a los autos, dos hombres comienzan a correr entre la gente. Es la hora de aglomeraciones de público. Los autos con los demás agentes están estacionados hacia el norte y el trafico es denso impidiéndoles dar vueltas en U para seguirnos.
Nos echamos a correr hacia dirección al sur, contra el trafico, le agarro la mano a esta chica y le digo; corramos ya.
Los tipos que nos siguen comienzan a correr detrás de nosotros. Pocos metros mas allá, hay un cerro que se llama Cerro Blanco, el cual comenzamos a subir, primero nosotros y después los tipos que bajan la celeridad de la marcha ya que el sendero es empinado. Al mirar abajo vemos que están los paraderos de buses donde bajan y suben pasajeros. De repente viramos y bajamos por una ladera saltando un murallón hasta caer cerca de un paradero. Un bus esta por irse y alcanzamos a subir. Jadeando miramos hacia atrás y vemos los tipos llegando al paradero pero sin alcanzar a subir al bus donde viajamos nosotros.

La chica- la cual no se ni su nombre- solloza y tirita. Le digo que al llegar a Mapocho nos separaremos, ella asiente.
Al llegar a Mapocho, nos bajamos y salimos para dos lados diferentes, ella hacia en Oriente y yo camino a Plaza de Armas.
A ella ya no la volveré a ver. Un par de años después, mientras soy interrogado en el cuartel de la CNI de Barros Borgoño, me preguntan entre golpes; Porque te arrancaste de nosotros en el cementerio? No me sorprendio pero les conteste fingiendo que no era yo la misma persona. Ellos aun lo recordaban.

Esteban 2010